Valentín Casas
Conocido
popularmente como el Doctor del Sebito. Fue un famoso "manosanta" que
curaba, entre otras cosas, la beodez. Un vaso de vino preparado por él
al que añadía leche de chancho y tomado por el afectado hacia que éste
luego detestara cualquier bebida. Tantas fueron las ofrendas recibidas
en su vida que todas fueron puestas en el altar de la Virgen de Luján,
de la cual era muy devoto.
Pancho Sierra
También
era conocido como el Doctor del Agua Fría. Fue el curandero más
conocido de Rosario. De venerable aspecto, su foto se vendía hasta hace
muy poco en las entradas de las iglesias o cementerios. Vivía en el pago
de los Cerrillos, hoy Coronel Dominguez. Su aspecto era patriarcal,
usaba barba peinada, sombrero mitrista y curaba con agua fría, de allí
el sobrenombre.
Mónico Pavía
Vivía
en las islas Acoyaradas. Se aseguraba que don Mónico tenía una marca en
el paladar (una cruz), por lo cual también era llamado "saludador"
debido a ese don supuestamente divino. Sus curas eran muy variadas.
Ciríaco Fernández
Puestero
de la estancia "India Muerta" (cerca de Mugueta y Máximo Paz). Su mujer
curaba la "culebrilla". Cuando él castraba potros tomaba el testículo
cortado y efectuando sortilegios a media voz tocaba el hocico del animal
"pa' que no te embichés" y el animal terminaba su cura.
El viejito Zapata
En
la misma zona se hallaba este otro personaje que curaba las infecciones
de los animales con palabras. En cuanto a los humanos, trataba varias
dolencias, como ser el mal de ojo, torcerduras, dolor de muelas,
recalcaduras, empachos, la culebrilla, nervios fuera de lugar, mal de
hígado y otros males comunes que variaban de nombre según el curandero.
Todas estas afecciones eran común tratarlas con la ayuda de tales
terapeutas que siempre acompañaban la cura con rezos y sortilegios.
Hilos, agua, mirada contra el sol, granos de trigo o maíz eran algunos
de sus instrumentos sanadores.
Javier Etcheverry
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sábado, 15 de noviembre de 2014
Medicina Natural o Folklórica en Rosario y su Pago
lunes, 10 de noviembre de 2014
Publicaciones Rosarinas entre 1854 Y 1967
El primer periódico rosarino fue LA CONFEDERACIÓN y pretendía ser de carácter político, literario y comercial. Empezó a editarse el 25 de mayo de 1854 y desapareció en 1861. Su suerte estuvo ligada a la de la Confederación Argentina presidida primero por Urquiza y luego por Derqui. Su director y redactor Federico de la Barra fue un ardiente defensor de la Confederación enfrentada con el estado secesionista de Buenos Aires. Se incluían en esta publicación artículos de periódicos extranjeros y documemtos oficiales, siendo célebre su polémica con "El Tribuno" de Buenos Aires. En junio de 1856 aparece EL COMERCIO, redactado por Manuel J.Olascoaga. Tuvo corta vida. El COMERCIO DEL ROSARIO, trisemanario (es decir, salía tres veces por semana), surgió en enero de 1859 y fue redactado hasta marzo del mismo año por Evaristo Carriego (abuelo del famoso poeta), que debió abandonar tal cargo ante presiones oficiales. En enero de 1859 también aparece EL LITORAL, trisemanario. Estaba redactado por Damaceno Fernández y dejó de editarse en abril de ese año al ser detenido y engrillado Fernández. El primer diario rosarino y de la provincia fue EL PROGRESO. Había surgido como trisemanario el 25 de febrero de 1860 y era su redactor Juan F.Monguillot. Poco después se incorporó a la redacción Evaristo Carriego. Comenzó a publicarse diariamente desde el 21 de enero de 1861. Dejó de imprimirse como consecuencia de la derrota confederal ante el estado de Buenos Aires en la batalla de Pavón (17 de septiembre de 1861). Hacia 1861 se edita EL ECO COMERCIAL, redactado por Rogelio Tristany. Fue el primer periódico esencialmente comercial de nuestra ciudad. LA NUEVA ERA y LA PATRIA, trisemanarios en sus primeros números, reemplazaron a los voceros de la derrotada Confederación tras la entrada de las fuerzas mitristas en Rosario (octubre de 1861) y tras la retirada de las fuerzas de Urquiza hacia Entre Rios. Ambos periódicos se transformaron rápidamente en diarios. El primero dejó de imprimirse en 1862 y el segundo se convirtió en EL FERROCARRIL a partir del 22 de febrero de 1863, redactado por Guillermo Perkins. El 1º de abril de 1862 aparece EL DIARIO, a cargo de Leopoldo Zuluaga y Lisandro Santa Ana, manteniéndose durante más de un año. Cuando Perkins se aleja de EL FERROCARRIL funda en 1865 EL COSMOPOLITA, diario seriamente escrito y notable fuente documental de la época, según Diego Abad de Santillán. Los semanarios EL ROSARIO y EL TRUENO editados desde 1864 hasta enero de 1865 defendieron de manera extrema sus respectivas preferencias políticas. Aclaremos que en buena medida los periódicos de la época se dedicaban más a defender y propagar un partido político que a informar lo más objetivamente posible. En 1865 surge también un periódico redactado en inglés, THE ARGENTINE CITIZEN, subtitulado "Organ of inmigration of industrial progress". Se editaron ocho números desde el 1º de enero hasta el 25 de abril. Desde entonces abundarían las publicaciones redactadas en las lenguas propias de los inmigrantes que poblaron estas tierras. El 15 de noviembre de 1867 aparece LA CAPITAL, diario de la tarde en sus primeros tiempos, fundado por Ovidio Lagos y Eudoro Carrasco. Es el diario más antiguo de los que se continúan imprimiendo en el país. En 1868 apareció EL FEDERALISTA bajo la dirección de J.R.Portillo y hacia 1869 surge LA PATRIA, de tendencia liberal y dirigido por el dr. Pedro Rueda. En 1869 también se edita LA REFORMA, diario de la mañana fundado en el mes de diciembre por Ezequiel N. Paz, caracterizado por la férrea defensa de las libertades públicas frente a las arbitrariedades de la burocracia santafesina. En febrero de 1870 sale a la calle LA JUVENTUD, periódico literario dominical. Durante el mismo año surgen EL NUEVO MUNDO (diario de la mañana), LA INMIGRACIÓN (periódico semanal cosmopolita), EL COMERCIO (diario redactado por Andrés González del Solar) y los periódicos juveniles EL TONTILLO y LA INFANCIA. En 1871 aparece el primer periódico caricaturesco, LA CABRIONERA. El 28 de febrero comienza a editarse LA OPINIÓN NACIONAL, destacado órgano periodístico redactado por los doctores Juan F. Monguillot y Eusebio Ocampo. Se publicó durante cinco años. También en 1871 se editó LA EPOCA, diario de la tarde de tendencia oficialista dirigido por Luis Vidal. El 15 de noviembre de 1872 apareció EL MERCURIO, diario de la mañana, editado por Pedro Rivas y redactado por Nicanor González del Solar. En julio de 1875 surge EL COMERCIO (segundo diario con esta denominación en Rosario). A partir de abril de 1877 y hasta diciembre de 1886 se publicó EL INDEPENDIENTE, diario dirigido por Francisco S. Guzmán y redactado por Eusebio Gómez en una primera etapa. En su tramo final el redactor era Eudoro Díaz. Hacia 1878 surge EL SOL de Eudoro Carrasco. Apoyó al gobierno provincial de Servando Bayo. Fueron célebres sus polémicas con LA CAPITAL, en cuya fundación había participado Carrasco, llegando hasta grados extremos. En el mismo año se editaban LA CONCILIACIÓN (periódico político de vida breve), LA IBERIA (diario dirigido por Francisco de la Torre y Torrents que se publicó durante tres meses) y ANALES DEL FORO ARGENTINO, publicación fundada por el dr.Pedro Rueda. EL MENSAJERO, diario de la tarde, surgió en octubre de 1883 y tuvo una larga vida, pues se mantuvo hasta 1923. Lo dirigió en un principio Felipe Moré, quien falleció en Lisboa cuando era cónsul general argentino en Portugal. Entre sus redactores y colaboradores se contaron Estanislao S.Zeballos, Juan José García Velloso, Gabriel Carrasco, Eudoro Díaz, Serafín Álvarez, Roque Sáenz Peña, Domingo F.Sarmiento, Jorge Söhle, Pedro S.Alcácer y José García González. En 1884 aparecen EL COMBATE, diario de la mañana creado por Pedro Rueda que cuestionaba al gobierno provincial, y LA DISCUSIÓN, diario de la tarde. Hacia 1885 se editan EL FEDERALISTA (segundo periódico con este nombre), LA CONVENCIÓN (diario de la tarde fundado por los hermanos Federico y Servando Gallegos) y LA ULTIMA HORA, diario de la tarde dirigido por Francisco S.Guzmán que comenzó a publicarse en septiembre y tuvo corta vida. El 1º de enero de 1886 aparece EL TELEFONO, diario de pequeño formato dirigido por el citado Guzmán. Durante el mismo año surgen EL ESTUDIANTE, periódico dominical literario, LA PROPAGANDA (semanario literario) y EL SOL DE MAYO (semanario literario). En 1887 aparece EL MUNICIPIO, notable diario rosarino fundado y redactado por Deolindo Muñoz. Dejó de publicarse en 1911. También aparece en julio de dicho año el segundo periódico caricaturesco de nombre LA CABRIONERA. Hacia 1888 surge otro diario con el título LA EPOCA. Era vespertino, siendo su director David Peña. Asimismo registramos la existencia de los semanarios LA DEMOCRACIA y EL TROVADOR. La revista literaria semanal LA IDEA, de larga existencia, también comenzó a editarse en 1888 (perdurando hasta 1912). En la misma publicaron sus primeros trabajos varios literatos rosarinos del siglo XIX. Durante la última década del siglo XIX y buena parte del siglo XX se publicaron en nuestra ciudad gran cantidad de diarios, publicaciones periódicas y revistas. El listado que sigue, por ende, no pretende ser exhaustivo. En 1890 aparecen LA OPINIÓN y UNIÓN CÍVICA y en 1891 LA RAZÓN y EL CORREO. En 1893 surgen ROSARIO, EL RADICAL, ROSARIO LITERARIO, EL PUEBLO y EL DIARIO. Hacia 1894 tenemos a EL NACIONAL y en 1895 LA VOZ DEL PUEBLO, ARTE Y LETRAS, EL DÍA, THE ECHO (en inglés), EL TRIBUNAL DE COMERCIO y EL DEBATE. En 1896 : EL DILUVIO, EL PARTIDO RADICAL. En 1897 : IL PROGRESSO ITALIANO (en italiano), LA MALA LENGUA, LA LUCHA, LA PROVINCIA y IL CITTADINO (en italiano). Durante 1898 surge LA REPÚBLICA, siendo su primer director Antonio F.Parejas, a quien sucedieron en el cargo los señores De Salvi y San Miguel. En este medio trabajó como redactor Florencio Sánchez, el gran dramaturgo rioplatense. Hacia 1900 aparece EL HERALDO. Entre 1901 y 1910 se editaron EL SIGLO, LA ESCOBA, EL INTRANSIGENTE, EL COMERCIO (surge en 1903 y defendía los intereses del comercio local, siendo su director propietario Arturo Samek), EL MERCANTIL (aparece en 1905 y su fundador fue Pablo Cogorno, al igual que EL COMERCIO dejó de editarse pocos años después), EL CENSOR, EL TELÉGRAFO y LA DEFENSA POPULAR. Desde 1911 hasta 1920 surgen LA REACCIÓN, EL CIVISMO, CORREO DE LA TARDE, CRÓNICA (de larga vida pues se seguía editando en los años '60), LA ACCIÓN, LA NOTA, LA LIBERTAD. Entre 1921 y 1930: TRIBUNA, DEMOCRACIA, REFLEJOS, EL MUNICIPIO, AMÉRICA, LA TIERRA. Desde 1931 a 1940: DIARIO NUEVO, ROSARIO, ROSARIO GRÁFICO, AHORA. De 1941 a 1950: ALUVIÓN, REPERTORIO DE SANTA FE, LA RAZÓN DE LA MAÑANA. Entre 1951 y 1960: ROSARIO, DEMOCRACIA, LA TRIBUNA, JURIS. Hacia 1967, año del centenario de LA CAPITAL, se publicaban los diarios matutinos LA REPÚBLICA, EL TRIBUNAL DE COMERCIO y, por supuesto, LA CAPITAL y los diarios vespertinos CRÓNICA y LA TRIBUNA. Según el Anuario Estadístico de la Ciudad de Rosario en 1955 se publicaban 9 diarios (CRÓNICA, DEMOCRACIA, LA CAPITAL, EL TRIBUNAL DE COMERCIO, LA ACCIÓN, JURIS, LA TRIBUNA, LA REPÚBLICA y ROSARIO), 50 periódicos, 83 revistas, 3 anuarios y una guía, totalizando 146 publicaciones. En 1942 la cantidad era mayor: 194. Las publicaciones más antiguas, además de LA CAPITAL, que seguían apareciendo en 1967 eran: el diario especializado EL TRIBUNAL DE COMERCIO (1895), la revista CRISTÓFORO COLOMBO (1896), el diario LA REPÚBLICA (1898), la revista NUEVO IMPULSO (anteriormente REVISTA DEL CENTRO UNIÓN DE ALMACENEROS, que data de 1899), CALADOS MÁXIMOS ADMISIBLES EN LOS PASOS DEL PARANÁ MEDIO (1908), LA TIERRA (órgano de la Federación Agraria Argentina que data de 1912), REVISTA DE LA BOLSA DE COMERCIO DE ROSARIO (1912), diario CRÓNICA (1914), REVISTA DE LA SOCIEDAD RURAL DE ROSARIO (1921), LA PROPIEDAD (1922), JURISPRUDENCIA DE LOS TRIBUNALES DE LA PROVINCIA DE SANTA FE (1922), ROSARIER LEBEN (en alemán, 1924) y VIATORIUS (1925).
Javier Etcheverry
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Movimiento contra el Envío de Tropas Argentinas a la Guerra de Corea
El 25 de junio de 1950 se inició la Guerra de Corea, que involucró por un lado a las potencias occidentales lideradas por Estados Unidos y por el otro a las potencias comunistas lideradas por la República Popular China y la Unión Soviética. Este conflicto, que concluyó con la división de la península coreana en un estado comunista (al norte) y otro capitalista (al sur), representó uno de los puntos más álgidos de la Guerra Fría iniciada al poco tiempo de concluída la II Guerra Mundial. A pesar de su postura básicamente neutralista, el gobierno del Gral. Juan Domingo Perón dejó abierta la posibilidad de que Argentina enviara tropas, como integrante de las Naciones Unidas, para defender los intereses occidentales en esa región del Extremo Oriente. Cabe recordar que otros países americanos, Colombia por ejemplo, enviaron contingentes militares a dicha guerra. La participación de estos países americanos en ese lejano conflicto tenía como objetivo fundamental obtener una mejor relación con los Estados Unidos, esperando cosechar beneficios importantes a nivel económico. La posibilidad de que Argentina remitiera tropas a Corea provocó una fuerte resistencia, que concluyó con la renuncia a tal proyecto. Según el periodista Isidoro Gilbert, Rosario fue el centro principal de esa resistencia. Más concretamente, el eje de la protesta pasó por los ferroviarios que se desempeñaban en los Talleres de la vecina ciudad de Pérez y en las instalaciones del Cruce Alberdi. A continuación reproducimos lo que expresa Gilbert en su libro "El oro de Moscú" (1994, pp.155-6, nota 36): "...(el 17 de agosto) una asamblea del sindicato de conductores de trenes La Fraternidad resolvió dirigirse al gobierno nacional para pedir que no se enviaran tropas a Corea. Esa resolución impulsada por los delegados comunistas, corrió como reguero de pólvora y comenzó a discutirse en los galpones ferroviarios, especialmente en los de reparaciones de Pérez, a 16 kms. de Rosario. A las cinco de la mañana del 19, al partir el tren de Rosario a Pérez, una asamblea resolvió parar los talleres. Se improvisaron carteles con leyendas contrarias a la guerra y al envío de soldados argentinos. Los portones del taller se abrieron a los dos mil obreros que encabezaron la protesta marchando hacia Rosario. En Arroyito otros dos mil ferroviarios resolvieron sumarse a la protesta. Durante el largo trayecto de 16 kilómetros, la población comenzó a sumarse a la columna. La voz "huelga general" se escuchó en todos los rincones de la ciudad. A las 10:30, la columna entraba en Rosario, ya engrosada en forma impresionante. Todo el cordón rosarino se movilizó. Se improvisaron asambleas, con oradores peronistas, como el ex senador Figueiras, y comunistas. Se produjeron algunos choques, primero con los bomberos, más tarde con fuerzas policiales. Pero la multitud que se congregó frente a la Municipalidad era indomable. Hubo detenciones y luego se produjeron cesantías en el ferrocarril. El gobierno de Perón se vio forzado a dar marcha atrás en el proyecto original de enviar tropas." Algunos historiadores sostienen que la movilización fue incentivada desde el mismo gobierno peronista por sectores que se oponían a la participación argentina en la guerra de Corea. Según Gilbert (ex corresponsal de la agencia soviética Tass en Argentina) resultó fundamental la actitud del Partido Comunista de la provincia de Santa Fe. Los comunistas locales, siguiendo en buena medida las directivas de Moscú, trataban de impedir que Argentina se sumara a los esfuerzos norteamericanos en contra de la Unión Soviética. Tal vez, sea pertinente una "tercera posición" que tome en cuenta ambas explicaciones, no sin pensar que debido a la relación de fuerzas debió pesar mucho más la oposición dentro del mismo peronismo que la acción del pequeño partido comunista local (más allá de aceitada organización) en la decisión final de Perón respecto del envío de tropas a Corea.
Javier Etcheverry
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domingo, 9 de noviembre de 2014
EL ANARQUISMO ROSARINO
A lo largo de su historia, la ciudad de Rosario albergó importantes
movimientos sociales, cuyo estudio es esencial para comprender la
dinámica social rosarina. Entre estos movimientos se destacan los de
índole contestataria hacia el orden establecido. A finales del siglo XIX
y primeras décadas del siglo XX, por ejemplo, aparece un combativo
movimiento obrero y un no menos influyente movimiento anarquista. Dos
movimientos estrechamente vinculados desde sus orígenes y más aún cuando
el surgimiento del sindicalismo de orientación anarco-comunista durante
la primer década del presente siglo.
El nacimiento y desarrollo de estos tempranos movimientos contestatarios
se inscribe dentro del desarrollo capitalista agro-exportador que se
percibe claramente desde mediados del siglo pasado y el cual se acelera a
partir de 1880. Este tipo de desenvolvimiento, a partir del cual se
construye la Argentina moderna, promover un notable crecimiento en la
región de la pampa húmeda, donde se asentarn la mayor parte de los
capitales y de la mano de obra (provista mayoritariamente por la
inmigración europea, aunque también debe tenerse en cuenta el
significativo flujo migratorio desde el resto del estado argentino hacia
la zona pampeana).
Al compás de este proceso, surgirán o se expandirán populosos núcleos
urbanos, donde se alojarán los inmigrantes que no encuentren su lugar en
el mbito agrario, al no poder acceder a la propiedad de la tierra u
obtener contratos de arrendamientos favorables. En estas ciudades,
paralelamente al crecimiento de las actividades comerciales y de
servicio durante las últimas décadas del siglo pasado, nacerán talleres,
pequeñas industrias y algunas fábricas propiamente dichas. Rosario,
gracias a este vertiginoso desarrollo, en pocas décadas pasará de
minúscula villa a segunda ciudad de la república, rivalizando con Buenos
Aires en cuanto a actividad económica y polo atraedor de inmigración.
Pilares fundamentales de esta mutación rosarina serán su puerto y los
ferrocarriles que convergían hacia él, los cuales transportaban hacia el
puerto rosarino la producción cerealera y, en menor medida, ganadera de
la denominada "pampa gringa".
De manera concomitante a este crecimiento económico y demográfico, se
irán constituyendo las primeras organizaciones obreras (mutuales y
sociedades de resistencia), a partir de las cuales trata de canalizar
sus demandas de mejoramiento social la naciente clase trabajadora local.
Aparecern, asimismo, las primigenias actividades de anarquistas y
socialistas, las corrientes ideológicas predominantes hacia fines del
siglo XIX y primeras décadas del XX dentro del movimiento obrero
argentino, añadiéndose a ellas el sindicalismo revolucionario desde
1905, luego trocado simplemente en sindicalismo.
Rosario no sólo será la segunda concentración obrera del país sino,
también, la ciudad donde los conflictos sociales alcanzarán una magnitud
similar o superior a los de Buenos Aires, lo cual podría estar
relacionado -en cierta medida- con las condiciones de vida más duras que
debían soportar los trabajadores rosarinos. En Rosario tuvieron lugar
las primeras huelgas generales, en el marco de una localidad, del país.
Las mismas se registraron a fines de 1901, a raíz de un conflicto
iniciado en la Refinería de Azúcar (que empleaba más de 1000 personas,
siendo una de los establecimientos industriales más grandes del país), y
a principios de 1902. Además, existió un conato de huelga general en
1896.
La primer huelga parcial registrada en el país también se habría
producido en Rosario. Se trata de la huelga protagonizada por los
aguateros en 1877. Plácido Grela, (1) en un artículo sobre los orígenes
del movimiento obrero en Rosario, menciona además una serie de
conflictos anteriores a la huelga de los aguateros, algunos de los
cuales se habrían registrado en la campaña próxima a Rosario.
Por otra parte, la primera víctima mortal del movimiento obrero
argentino fue Cosme Budeslavich o Budislavich, un trabajador eslavo
oriundo del Imperio Austro-Húngaro que trabajaba en la ya citada
Refinería de Az£car. Budeslavich encontró la muerte en un conflicto
registrado entre los obreros y la empresa durante octubre de 1901.
A principios de siglo, Rosario era denominada la "Barcelona del Río de
la Plata" debido a la importante concentración obrera y al predicamento
del acratismo. La influencia alcanzada por esta ideología en Rosario
durante el período en cuestión parece sólo comparable con la que logró
el anarquismo en Barcelona, superando incluso -en términos
relativos- a la ciudad de Buenos Aires.
Existen al respecto una serie
de testimonios elocuentes de personas no comprometidas con el anarquismo
y que por ende no tenían intención de agigantar su incidencia, como sí
podía suceder entre los informadores libertarios. El médico catalán Juan
Bialet Massé, por ejemplo, en su informe sobre la situación de los
trabajadores en el interior del país a principios del siglo XX, expresa
que el anarquismo "imperaba en las clases obreras de Rosario como único
señor". (2)
Testimonios parecidos pueden hallarse en las declaraciones de dirigentes
socialistas coetáneos. Enrique Dickman, apreciando que la actividad
libertaria se percibía más en Rosario que en la Capital Federal, la
definía como la "Meca del anarquismo argentino". Adrin Patroni, otro de
los principales líderes socialistas de aquel entonces, también
testimonia dicho fenómeno en una carta dirigida al periódico socialista
LA VANGUARDIA, publicada el 20 de noviembre de 1901.
Las primeras actividades anarquistas en Rosario sobre las cuales tenemos
conocimiento cierto se remontan a 1890, cuando aparece EL ERRANTE,
grupo de propaganda anarquista. En ese mismo año est registrada la
presencia anarquista en el acto del 1º de mayo celebrado en la Plaza
López de Rosario, en concordancia con lo establecido por el Congreso
Socialista Obrero de París en 1889. Hacia 1893 aparece DEMOLIAMO,
periódico comunista-anrquico, la primera publicación ácrata editada en
Rosario de la cual ha quedado un documento directo. En efecto, el
original del nº 2 de DEMOLIAMO se conserva en el Instituto Internacional
de Historia Social de Amsterdam, a donde llegó gracias a la donación
efectuada por el historiador austríaco libertario Max Nettlau de su
cuantiosa biblioteca, hemeroteca y archivo personales. Muy probablemente
la presencia anarquista dataría de años anteriores a 1890. Así, en 1888
se habría editado la publicación EL OBRERO PANADERO, la cual
respondería a los lineamientos ácratas. Este órgano, según Plácido
Grela, perduraría hasta mediados de 1890, contribuyendo a difundir las
alternativas del acto del 1º de Mayo antes mencionado. Dos destacados
ácratas, Francisco Berri y Virginia Bolten habrían estado ligados a EL
OBRERO PANADERO, que además de ser un órgano libertario, según Grela,
era el vocero de la sociedad de resistencia de los obreros panaderos
rosarinos, uno de los gremios más activos en aquellos años y entre cuyos
miembros solían reclutarse no poco militantes anarquistas.
Existiendo una presencia ácrata en Buenos Aires desde la década de 1870 y
habiendo llegado tanta inmigración europea a Rosario desde mediados del
siglo XIX no es aventurado pensar que, por lo menos, ya en la década de
1880 hubo algún tipo de actividad anarquista en esta ciudad del sur
santafesino. Referencias literarias a estas actividades se pueden
encontrar en un cuento de Alberto Campazas titulado "Venancio borracho",
donde se habla de un obrero español bakuninista que durante los años
'70 del siglo pasado trabajó en la construcción del ramal ferroviario
Rosario-Cañada de Gómez y trató de organizar sindicalmente a los obreros
que participaban en aquella empresa.
Lo cierto es que en la última década del siglo pasado aparecern en
Rosario una importante cantidad de grupos de propaganda anarquista, se
editarán periódicos y folletos, se efectuarán variadas actividades
culturales y se observarán intentos de orientar al movimiento obrero
hacia finalidades libertarias, que cristalizarán con el surgimiento de
la FEDERACION OBRERA LOCAL, que hacia 1896 editará el periódico LA
FEDERACION OBRERA.
Respecto de la participación en las sociedades obreras se registró una
dura polémica entre dos tendencias anarquistas denominada una
"organizadora" y la otra "antiorganizadora" o "individualista". Los
primeros eran partidarios de la actividad gremial en la medida que no se
renunciara a los objetivos libertarios, mientras que los segundos se
oponían a la misma, pues definían a esas sociedades como reformistas y
autoritarias, y por ende contrarias a los principios ácratas. La
preeminencia lograda por los organizadores dentro del anarquismo local
en los últimos años de la década de 1890 definió el pleito a su favor. A
partir de entonces, y con la creación de la FEDERACION OBRERA ARGENTINA
(F.O.A.), luego FEDERACION OBRERA REGIONAL ARGENTINA (F.O.R.A.), se irá
delineando el sindicalismo de orientación comunista-anárquica. De esa
manera, los sindicatos impulsados por los libertarios se convertirn en
la organización privilegiada dentro del movimiento, desplazando de ese
lugar a los grupos de afinidad o grupos específicos de propaganda.
El hecho de que Rosario ocupara un sitio de primer orden en cuanto a la
magnitud y radicalización de las luchas sociales no parece ajeno a la
hegemonía alcanzada por el anarquismo dentro del movimiento obrero
local, pues los anarquistas trataban de obtener el máximo de las
concesiones en cada conflicto y aspiraban a convertir la huelga general
en la antesala de la revolución social por ellos preconizada. Para
visualizar como se fue dando esta preeminencia resulta imprescindible
estudiar los medios que se dieron los ácratas para llevar adelante sus
propósitos, difundiendo las propuestas libertarias, promoviendo la
organización de los trabajadores y oprimidos en general, canalizando sus
demandas de mejora social y ofreciéndoles actividades para el tiempo
libre. En suma, debemos estudiar la manera en que estas organizaciones
se adecuaron a las necesidades de una gran parte de los trabajadores.
El estudio del anarquismo rosarino es de gran valor tanto para una mejor
comprensión del anarquismo argentino como para la del temprano
movimiento obrero de estas latitudes. Por supuesto, una mejor
comprensión de estos fenómenos nos permite una ms adecuada consideración
de la sociedad rosarina y argentina de la época.
A pesar de la importante significación de estos temas para el
conocimiento de la realidad histórica local y nacional, no ha existido,
hasta mediados de la década de 1980, una gran preocupación por la
historia social rosarina y de los sectores trabajadores en particular.
Existían sí algunas obras relativas al movimiento obrero y a la clase
obrera argentinas que brindan algunos datos sobre la organización obrera
y la actividad anarquista en Rosario. Tenemos así, por un lado, los
trabajos clsicos sobre el movimiento obrero argentino, escritos por
Sebastian Marotta (sindicalista), Diego Abad de Santilln (anarquista),
Jacinto Oddone (socialista), Martín Casaretto (socialista) y Rubens
Iscaro (comunista). Estos autores abordan la historia del movimiento
obrero argentino desde sus respectivas orientaciones ideológicas. A esta
bibliografía debemos agregar las producciones bibliográficas ms tardías
de Alberto Belloni, Julio Mafud, Hobart Spalding, Samuel Baily, Julio
Godio, José Panettieri, Jorge Solomonoff y otras más recientes de
Ricardo Falcón, Edgardo Bilsky, Antonio López, Leandro Gutiérrez y
Ricardo González. Varios de estos autores centran su interés en la
relación establecida entre los anarquistas y la organización sindical.
Por otro lado, se encuentran las obras dedicadas específicamente a los
anarquistas. En esta categoría figuran las obras de Ernesto Gilimón,
Enrique Nido, Diego Abad de Santillán, Max Nettlau, Fernando Quesada
(los cinco eran militantes anarquistas), David Viñas, Hugo del Campo,
Iaacov Oved, Gonzalo Zaragoza y Dora Barrancos. Todas estas
producciones, en mayor o menor medida, privilegian lo acontecido en
Buenos Aires, el resto del país actúa como telón de fondo.
Hasta los últimos años, como decíamos, existían muy pocos escritos
referidos a la historia de los trabajadores rosarinos. Los pioneros en
estos estudios han sido Daniel Maquirrian, Roberto Marrone y Plácido
Grela. Afortunadamente, desde 1984 se ha registrado un mayor interés por
este tema. Han salido a la luz, de esa forma, una serie de
investigaciones. Un trabajo dirigido por Ofelia Pianetto trata acerca de
las condiciones de la vida obrera y de la formación del movimiento
obrero en Rosario. Debido a su carácter general, esta obra vale ms por
su índole pionera que por las precisiones aportadas. Diego Armus y Jorge
Hardoy se han dedicado al estudio de las condiciones de vida de los
sectores populares locales hacia fines del siglo XIX y principios del
presente.
Además, un conjunto de investigaciones específicas se están llevando a
cabo por jovenes historiadores locales de la Universidad Nacional de
Rosario. Ricardo Falcón, Alicia Megías, Alejandra Monserrat, Agustina
Prieto, Maricel Bertolo, Adrin Ascolani, por ejemplo, han elaborado
trabajos referidos a los intentos estatales por disciplinar y moralizar a
los sectores populares rosarinos, a las condiciones de vida de los
mismos y a las actividades de anarquistas, socialistas y sindicalistas
en el lapso comprendido entre las postrimer¡as del siglo XIX y las
primeras décadas del XX.
Una característica relevante de la producción bibliográfica sobre el
anarquismo argentino es la concentración de los estudios en torno al
papel desempeñado por los ácratas en el ámbito sindical, relegando a un
lugar secundario otras cuestiones esenciales en la práctica de los
libertarios, a saber : la educación libertaria, la literatura creada por
los escritores anarquistas (Alberto Ghiraldo, Alejandro Sux, Florencio
Sánchez, Félix Basterra, Antonio De Carlo, etc), diversas
manifestaciones artísticas (cuadros filodramáticos, coros, payadores
libertarios, tangos sociales) y recreativas (veladas, pic
nics),
los centros de estudios sociales, bibliotecas y Casas del Pueblo, la
propaganda oral y escrita desarrollada por los grupos de afinidad, con
la consecuente proliferación
de periódicos, folletos, libros, manifiestos, ensayos cooperativos e
intentos de establecer comunidades libertarias (como la experiencia
frustrada de Macedonio Fernández y el padre de Borges en Paraguay).
También permanecen en un segundo plano o directamente no son tratadas
cuestiones claves en el discurso y la práctica anarquista, como ser el
papel de la mujer (tanto a nivel de su participación en el movimiento
anarquista, como la imagen y las propuestas que tenían los anarquistas
respecto de ellas), el internacionalismo, el antimilitarismo, el
pacifismo, la cuestión religiosa (más allá de la prédica anticlerical y
atea, subyacen en la ideología ácrata una serie de elementos
frecuentemente asociados a ciertas cosmovisiones religiosas, como ser
creencias escatológicas, mesiánicas y apocalípticas), el tratamiento de
la cuestión indígena y de los "salvajes" en general, las consideraciones
naturistas y eugenésicas, la defensa de una lengua internacional (por
ejemplo, el esperanto). Además, sería necesario profundizar el análisis
de las diferentes concepciones sobre los medios y los fines presentes en
el movimiento anarquista local, tanto a nivel sincrónico como
diacrónico. Diego Abad de Santilln rescató en sus obras la importancia
de algunas de estas cuestiones y lo mismo podemos decir de las memorias
redactadas por Miguel González, Laureano Riera Díaz y Juana Rouco Buela y
de las extensas cartas que a modo de memorias durante varios años José
Fernández remitiera a quien escribe estas líneas. En estos últimos años,
además, Dora Barrancos, Mabel Bellucci, Jean Andreu, Mauricce Fraysse,
Eva Golluscio de Montoya y Hernán Diaz han dedicado valiosas
investigaciones acerca de algunas de las cuestiones mencionadas.
Otra cuestión a tener en cuenta es la importancia que tuvieron los
crotos o linyeras en la propagación del anarquismo, sobre todo a partir
de fines de la segunda década del presente siglo y hasta principios de
los años '30. Estos trotamundos que usaban sus piernas y los vagones del
ferrocarril a modo de alas, son los protagonistas de varios artículos
de Hugo Nario y Alicia Maguid y de sendos libros de dos ex crotos :
Beppo Ghezzi y Angel Borda. Referencias acerca de ellos también hallamos
en los recuerdos de viejos libertarios, como los ya citados José
Fernández y Miguel González. Mucho queda por estudiar para precisar la
incidencia de los crotos libertarios en el surgimiento de sindicatos
rurales o de pequeñas poblaciones, en el establecimiento de bibliotecas
obreras, en la organización de huelgas en los pueblos y en el campo, en
la circulación de las ideas anarquistas.
De lo expuesto se deduce que, a pesar de los progresos realizados en los
£ltimos tiempos, es necesario profundizar las investigaciones
realizadas y extenderlas hacia áreas temáticas y geográficas no
suficientemente exploradas.
No podemos concluir estas consideraciones sin hacer mención a las
fuentes. Dos problema fundamentales se presentan a los investigadores
del temprano movimiento obrero y anarquismo rosarino o argentino en
general : a) la pérdida de una gran cantidad de diversos testimonios
escritos elaborados por las organizaciones que los conformaban y b) la
dispersión y mal estado de la documentación restante.
No obstante, el recurso a otro tipo de documentación (diarios o
publicaciones de carácter general, registros estadísticos, memorias y
cartas de antiguos protagonistas) y la consulta de todo tipo de
bibliografía que pueda brindar algún dato, incluyendo obras de
literatura, son instrumentos de gran valía que nos permiten avanzar en
la labor heurística. Dentro de este conjunto debe brindarse especial
atención a los trabajos ligados a la historia rosarina y argentina.
Otro recurso lo constituye la consulta de publicaciones obreras
elaboradas en países cuyos movimientos laborales estaban estrechamente
vinculados , básicamente por cuestiones migratorias o por vecindad
geográfica, con el argentino. Entre ellos sobresalen España, Italia,
Francia, Uruguay, Chile y Brasil. Además, dado el carácter fuertemente
internacionalista del anarquismo y, en menor medida, del socialismo
argentinos, no sería extraño hallar referencias acerca de la situación
local en publicaciones de dichas tendencias esparcidas por otros sitios
de América y Europa.
NOTAS
(1) Las obras de los autores mencionados en este trabajo figuran, con sus datos respectivos, en la bibliografía adjunta.
(2) BIALET MASSÉ, Juan : El estado de las clases obreras argentinas a comienzos del siglo XX, Córdoba, U.N.C., 1968, p.453.
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Ricardo Accurso
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LAS PRIMERAS PUBLICACIONES OBRERAS ROSARINAS (1893-1900)
Una de las primeras cuestiones a definir en el estudio de las
publicaciones obreras es qué se entiende por las mismas. Desde nuestra
perspectiva consideramos como tales a las publicaciones periódicas que
se dirigen fundamentalmente a un público constituido por trabajadores
asalariados y escritas por trabajadores mismos o por personas que se
identifican con sus intereses. En los periódicos rosarinos analizados
esta apelación adquiere diferentes términos, como ser "trabajadores",
"obreros", "pueblo trabajador", "gran masa trabajadora", "las clases
trabajadoras en general". Estos trabajadores a los cuales se convoca
para la transformación social son, básicamente, los vinculados al
trabajo manual en la industria, en los transportes y en las tareas de
carga y descarga (puertos, estaciones ferroviarias, etc). Sobresale la
preocupación por el ámbito urbano y la poca o nula referencia a los
trabajadores rurales. Al mismo tiempo, hay una identificación de los
trabajadores con los pobres y desgraciados.
Desde una perspectiva relacionada con el contenido, las publicaciones obreras podrían definirse de la siguiente manera :
"... todo
lo que se escribe desde el punto de vista primordial de exponer los
males que aquejan a la clase obrera y manifestar las ideas que a juicio
del autor pueden regenerarla." (1)
LOS CONTENIDOS
Una vez precisado el concepto publicación o periódico obrero, podemos
ampliar lo concerniente al contenido de las mismas. En estas hojas
predomina lo netamente propagandístico por sobre lo informativo, y
dentro del ámbito noticioso imperan las nuevas referidas al mundo obrero
y partidario. Podríamos plantear que estas publicaciones se organizan
en torno a tres grandes ejes : 1) cr¡tica de la sociedad imperante, 2)
esbozo de una sociedad o de valores ideales y 3) propuestas
organizativas y metodológicas para pasar de la situación criticada a la
situación ideal. Tal esquema se asemeja mucho al de la práctica médica
dividida en diagnóstico, sanación y terapia, siendo esta última la que
permite el tránsito del estado enfermo al estado sano. No es casual esta
similitud, pues la prédica obrerista se propone la regeneración de un
organismo social considerado enfermo. Paralelamente, al menos en el
período estudiado y fundamentalmente entre los periódicos cratas, hay un
mayor énfasis en la crítica que en precisar acabadamente los medios y
fines.
Dada la prácticamente exclusiva atención dedicada al mundo de los
trabajadores y a las doctrinas regeneradoras, difícilmente pueda un
lector actual conocer la situación política o general del momento en el
cual se escribieron estas publicaciones. Claro que en el ámbito de la
prensa común (denominada "burguesa" en los medios obreristas) se daba la
carencia opuesta. Es decir, poca atención se brindaba a la situación de
los trabajadores, quienes aparecían en tales páginas, básicamente,
cuando protagonizaban alguna medida de fuerza o hecho violento.
Por otro lado, no debe sorprender el marcado carácter partidista o
ideológico de las publicaciones obreras, pues el periodismo en general
de aquella época, en Rosario y Argentina, solía tener la misma
característica.
"...el periodismo en aquellos tiempos era totalmente político y cada publicación servía de tribuna a sus candidatos." (2)
LOS REDACTORES
Un tercer punto a tratar tiene que ver con quienes escribían en estas
publicaciones. No resulta fácil en muchos casos identificar a los
redactores, dado el carácter anónimo de la mayoría de los artículos.
Anonimato que tenía que ver, por un lado, con la seguridad, con el temor
al control y represión estatal, y, por otro lado, con la preocupación
de no caer en la vanidad. Lo importante para estos redactores era el
mensaje más que el prestigio periodístico o literario. Estaban
preocupados en diferenciarse de los periodistas a los cuales criticaban
por poner su pluma al servicio de un patrón.
Debido a esa repulsa por los periodistas e intelectuales en general
existente en el temprano movimiento obrero de cuño anarquista o
sindicalista y a cierta forma de redactar (donde aparecen ciertas fallas
gramaticales) se puede sostener que estos periódicos eran redactados,
salvo algunas excepciones, por obreros o artesanos.
En varios casos podemos determinar quien era el director, editor o
redactor principal de un periódico, dado que aparecía su nombre. Esto
nos ayuda también a tener una idea más precisa de quienes elaboraban
este tipo de prensa. En no pocos casos, incluso parece que determinado
órgano girara en torno de una persona más que de un grupo. Por ejemplo,
Julián Nicolás aparece como figura descollante en "El Porvenir Social"
(publicación socialista) y Angelo Careghini en "Demoliamo" (publicación
anarquista individualista).
También podemos efectuar una distinción entre aquellos militantes que
escriben en tales publicaciones. En tal sentido expresa Ricardo Falcón :
"Un
número importante de militantes escribe en los periódicos. Aquí cabe
hacer una distinción entre directores o redactores permanentes y
colaboradores ocasionales. El tipo de participación que parece
predominar es la `intermedia', es decir, los que escriben con
regularidad, pero episódicamente." (3)
PRESENTACION, PERIODICIDAD, FINANCIACION Y DISTRIBUCION
En cuanto a las caracteristicas formales, éstas -aunque sin ser
descuidadas- ocupan un lugar subalterno respecto del contenido. Hay un
cierto patrón en la presentación. En la primera página se destaca el
título y otros datos que hacen a la definición de la publicación
(subtítulo, citas emblemáticas, dirección postal, nombre del
responsable, periodicidad, costo, etc). La cantidad de páginas oscila
entre 4 (la mayoría) y 6, dispuestas en 3 columnas (la mayoría) o 4. En
la página inicial aparecen los escritos editoriales que definen la línea
del periódico y en la página final, generalmente, se brindan datos
sobre la financiación (listas de suscripción, donaciones) y las
relaciones con otros grupos o personas de la ciudad, el país y el mundo.
Periodicidad y financiación, cuestiones íntimamente ligadas, presentan
modalidades diferentes entre las publicaciones obreras. Los socialistas y
anarquistas organizadores tratan de editar sus órganos con cierta
regularidad y para ello recurren a las suscripciones y precios
estipulados, mientras que los anarquistas individualistas recurren a la
suscripción voluntaria y a la periodicidad irregular ("sale cuando
puede"). Los socialistas, en el caso de "El Porvenir Social", recurrirán
también a los anuncios publicitarios para completar los ingresos
obtenidos por suscripción y venta de ejemplares individuales.
Las dificultades económicas, más que los obstáculos gubernamentales, (4)
explican en buena medida la corta vida de los periódicos obreros
rosarinos. Las que tuvieron una vida más extensa estaban sostenidas por
grupos o sociedades de resistencia que se encargaban de su difusión y de
obtener los recursos necesarios para el mantenimiento de las mismas.
La distribución de estas expresiones del movimiento obrero rosarino se
efectuaba básicamente en el ámbito de la ciudad (5), aunque también
hallamos en las listas de suscripciones o donaciones y en las noticias
relativas a intercambio epistolar referencias a la circulación de cierta
cantidad de ejemplares fuera del ámbito local, llegndo las mismas a
otras poblaciones del país e incluso del extranjero.
RELACIONES
Esto último nos lleva a las relaciones nacionales e internacionales del
movimiento obrero rosarino. En cuanto al ámbito del estado argentino, se
privilegia la relación con Buenos Aires pero también hallamos
referencias a contactos con otros puntos de la provincia de Santa Fe y
del país. Respecto de las relaciones internacionales, destaca el
contacto -sobre todo en el campo anarquista- con círculos españoles e
italianos. Estas vinculaciones no se daban solamente a través del
intercambio de publicaciones u otros impresos, sino también a través de
la correspondencia, de la circulación de personas entre ambos
continentes, de la asistencia a congresos u otro tipo de eventos
internacionales y de la constitución de organizaciones supranacionales.
Al respecto expresa Hobart Spalding :
"... los
anarquistas trataron de estrechar lazos con sus correligionarios en
otros países y se mantuvieron bien informados sobre los hechos acaecidos
en el extranjero. Por un lado, las organizaciones o federaciones
obreras mantenían correspondencia con sus similares de otras naciones y
buscaban en lo posible coordinar sus actividades. Por otro, se
preocupaban por los acontecimientos exteriores, llevando a cabo
protestas en favor de anarquistas u obreros perseguidos en otros países.
Dos ejemplos de esto se encuentran en el mitín de solidaridad con los
obreros rusos después de las represiones policiales bajo el imperio
zarista, por un lado, y en el movimiento en favor de Francisco
Ferrer..." (6)
Francisco Madrid Santos, por su parte y desde el estudio de las fuentes
obreras españolas, destaca esta estrecha vinculación de Argentina y
América en general con España. (7) Sobre todo en el ámbito anarquista
podría hablarse de un ámbito hispano-americano, donde circulaban
fluidamente personas, propaganda escrita, informaciones y
correspondencia. Dentro del estado español, uno de los países más
fuertemente ligados a la América hispana (incluímos en este espacio a
los círculos inmigrantes ibéricos en Estados Unidos) y Argentina en
particular era Catalunya, desde la época de la I Internacional.
ULTIMAS CONSIDERACIONES : CONTENIDO Y PROPOSITOS
Una última consideración que nos permitimos hacer en estas notas sobre
la prensa obrera local, se relaciona con el contenido y los objetivos de
la misma. Ya hemos dicho que el periódico obrero privilegia la difusión
de un determinado ideario, de determinada moral y de determinadas
prácticas organizativas y de acción. Frente a la perennidad e inmediatez
de lo informativo, la publicación obrera privilegia cierta
atemporalidad en su contenido, lo cual no sólo tiene que ver con su
concepción transformadora sino también con la precariedad de medios
económicos que impiden una mayor regularidad y frecuencia en sus
apariciones, lo cual impide el tratamiento de las noticias de inmediata
actualidad. La prensa obrera es ante todo propaganda, que acompaña a la
prédica oral y a la "propaganda por los hechos" o a la "acción directa"
(que no deben identificarse necesariamente con los atentados, sino con
todo tipo de acción efectuada por los mismos trabajadores sin delegación
de responsabilidades o poder en instancias que los representen). Un
tipo de propaganda que resulta especialmente reverenciada entre los
anarquistas, dado el carácter cuasi redentor que otorgan a la palabra
escrita. Además, a través de las lecturas públicas (para que el
contenido pudiera ser conocido por los analfabetos) la propaganda
escrita se convertía en oral. Valga como ejemplo lo narrado por Agustina
Prieto en el caso de la difusión de este tipo de prensa en el barrio
obrero de Refinería, situado en el norte de la ciudad de Rosario :
"En los
cuartos y patios [de los conventillos] se leían y comentaban ... en los
años del cambio de siglo ... las diversas expresiones de la prensa
obrera local y nacional..." (8)
En cuanto a los propósitos, este tipo de escritos se presentan como un
medio tendiente a desarrollar cierta conciencia clasista, cohesionadora y
transformadora entre los trabajadores, la cual se asociaba con una
elevación cultural tanto a nivel intelectual o moral. Es decir, como
requisito previo para la construcción de una nueva sociedad basada en
una mayor libertad e igualdad de condiciones económicas, se planteaba la
transformación de los mismos trabajadores que debían llevar adelante el
cambio social. Esta transformación societaria se daba como segura,
basando tal predicción en supuestas necesidades científicas vinculadas
con la idea de progreso hacia determinado fin. En esa concepción
escatológica, la prensa y la propaganda en general no hacían más que
acelerar tal transformación (concebida de una manera evolutiva entre los
socialistas y sindicalistas moderados, y a la manera de una hecatombe
más o menos cercana entre los ácratas). Es decir, el accionar de los
propagandistas, de los militantes, se percibía como un catalizador que
precipitaría el arribo del tan anhelado paraíso terrestre. Ese sentido
tenía la "agitación". La cuestión radicaba en activar y estimular las
energías consideradas dormidas entre los explotados y oprimidos,
provocar una especie de reacción en cadena que liberara la energía
necesaria para destruir lo existente criticado y edificar el nuevo orden
social pregonado.
NOTAS
(1)
Molas, Joaquim : "Cultura i literatura obrera (1894-1920)", en I res.
Jornades sobre moviment obrer a l'Arús, Barcelona, Associació d'Amics de
la Biblioteca Pública Arús, 1991, p.67.
(2) Di Santo, Víctor : "Payadores y política", Todo es Historia nº 278, Buenos Aires, 1990, p.29.
(3)
Falcón, Ricardo y otros : "Obreros, artesanos, intelectuales y actividad
político-sindical", en Estudios Sociales nº1, Santa Fe, U.N.L., p.59.
(4)
Respecto de los obstáculos colocados por las autoridades argentinas
escribe Hobart Spalding (La clase trabajadora argentina. Documentos para
su historia, 1890-1912, Buenos Aires, Galerna, 1970, pp.51-52)
"En
general, los ... periódicos obreros en los años posteriores a 1890,
cuando la agitación obrera empezó a verificarse con más fuerza, estaban
estrictamente vigilados o impedida su circulación."
Citando el caso del periódico socialista LA VANGUARDIA, principal
expresión de los socialistas argentinos, y uno de los menos inflamados
de la época, se expresa :
"... su
venta estaba prohibida en las estaciones de ferrocarriles y en los
hospitales y ... tampoco se permitía su lectura en los mismos trenes.
Por este diario como por otros de la época llegan noticias de que en
varias oportunidades sus ediciones o los manifiestos impresos por una u
otra agrupación fueron secuestrados antes de ganar la calle."
A pesar de este hostigamiento gubernamental, Spalding relativiza su incidencia :
"Sin
embargo, sobrevivieron una buena cantidad de revistas, ... periódicos y
hojas dedicadas a la causa obrera, de las cuales la mayoría moría no
tanto por la oposición de las autoridades sino por la falta de fondo o
lectores."
Hasta 1909 hubo dos proyectos para limitar la circulación de
publicaciones radicalizadas, ambas fracasaron al no contar con el apoyo
necesario en los altos círculos gubernamentales. La primera de ellas se
originó a finales del siglo XIX y proponía prohibir la circulación de
dicha prensa por correo. La segunda, pergeñada por el coronel Ramón L.
Falcón, Jefe de Policía de la Capital Federal ultimado en 1909 por el
anarquista Simón Radowitzky, estipulaba directamente el cierre de los
órganos revolucionarios.
Las restricciones a la propagación de este tipo de prensa eran,
básicamente, de dos tipos : directas e indirectas. Las primeras
consistían en el secuestro de una edición, tras previa denuncia, la
detención o procesamiento de los redactores. Las segundas, más
abundantes y sutiles, incluían el boicot por parte del correo, la
coacción a los imprenteros para que no imprimieran tales hojas, la
represión de los lectores que aparecían en los listados de suscripción
(de allí que también éstos, como los redactores, recurrieran a los
seudónimos, que solían ser de lo más pintoresco) y la prevención de los
patrones frente a quienes escribían, difundían o leían la prensa de
marras.
(5) Uno
de los barrios de la ciudad donde más se difundían estas publicaciones
era el barrio obrero de Refinería, surgido a fines del siglo pasado en
torno de la Refinería de Azúcar, que por aquella época era el
establecimiento industrial más grande la República. Este barrio, situado
en la zona noreste de la ciudad, se caracterizó por la alta
conflictividad social. En lo relativo a la difusión de las publicaciones
obreras en Refinería informa Agustina Prieto ("Condiciones de vida en
el barrio Refinería de Rosario", en Anuario de la Escuela de Historia nº
14, Rosario, U.N.R., 1989-90, p.177) :
"La
prensa obrera tenía en el barrio uno de sus principales centros de
difusión; el periódico anarquista rosarino "La Rebelión", por ejemplo,
de 1913, se vendía exclusivamente en tres negocios del centro y en un
kiosco de Refinería, situado en un punto de gran concentración de
conventillos."
(6) Spalding, Hobart : op.cit., p.91.
(7)
Madrid Santos, Francisco : "La prensa anarquista en España", en 1 res.
Jornades sobre moviment obrer a l'Arús, Barcelona, Associació d'Amics de
la Biblioteca Pública Arús, 1991, pp.39-55.
(8) Prieto, Agustina : op.cit., p.177.
Ricardo Accurso
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viernes, 7 de noviembre de 2014
Camilo Aldao
....Camilo Aldao formó parte
de un destacado linaje santafesino. Nació en la ciudad de Santa Fe (18 de julio
de 1832) y falleció en Rosario (3 de julio de 1892). Se destacó como hacendado,
colonizador y político.
Tras la caída de Nicasio Oroño en 1868, Aldao le sucedió provisionalmente como gobernador de la provincia en tanto se organizaban las elecciones que desembocaron en el nombramiento de Mariano Cabal.
Durante la gobernación de Servando Bayo sufrió persecución y cárcel.
A su iniciativa se deben varias colonias agrícolas, producto del fraccionamiento de grandes propiedades. Por ejemplo, Garibaldi, Jesús María (estación ferroviaria Timbúes), Bella Vista, Aldao, Bella Italia, Castellanos y Elisa.
Políticamente, Aldao pertenecía a la fracción liberal santafesina liderada por los Cullen y Nicasio Oroño. La misma estaba enfrentada con la fracción conservadora que tuvo en Simón de Iriondo su exponente más destacado. Camilo era yerno de Domingo Cullen, fusilado en el Arroyo del Medio por orden de Rosas tras la caída del Brigadier Estanislao López, de quien Cullen era su colaborador más cercano.
Tiburcio de Aldao (1815-1871) era hermano mayor de Camilo. Junto con su padre, Pedro de Aldao, y Camilo emigraron a Montevideo cuando el gobierno de Juan Manuel de Rosas. Allí, Tiburcio inició su carrera militar participando de la defensa de la capital uruguaya contra las fuerzas de Manuel Oribe, aliado de Rosas. Tiburcio y Camilo fueron ayudantes de Giuseppe Garibaldi. En el marco de las luchas civiles argentinas, los Aldao trabaron amistad con el unitario General Lavalle y con Justo José de Urquiza, caudillo entrerriano y uno de los principales generales de Rosas.
Ambos hermanos, de vuelta en Santa Fe tras la derrota de Rosas en Caseros, integraron el Club del Orden. Tiburcio, también promotor de la colonización agrícola que valorizaba las tierras, entregó sus campos de Guadalupe para tal fin.
En cuanto a Pedro de Aldao, padre de los hermanos Camilo y Tiburcio, cabe acotar que se desempeñó como jurisconsulto. Realizó sus estudios universitarios en
Volviendo a Camilo, debemos destacar sus múltiples actividades políticas y empresariales. Además de gobernador provisorio, fue Jefe Político de Rosario en 1868, integró el primer Tribunal de Comercio de Rosario (1855) en calidad de suplente e integró el Club Social Rosario hacia 1873 (sitio de reunión cuya finalidad era fortalecer los vínculos de las familias que componían la elite local). Participó como accionista de dos empresas fundamentales para el desarrollo de la zona: el Ferrocarril Oeste Santafesino y el Banco Provincial de Santa Fe. Iniciativas ambas relacionadas con la actividad del empresario castellano Carlos Casado del Alisal, otro promotor de la colonización agrícola. Aldao también fue representante en Rosario del Banco Argentino (década de 1870).
Iván Etcheverry
El Puerto de Rosario en el siglo XIX
.....El desarrollo de las
colonias y de la producción agrícola ganadera en general del centro y sur de la
provincia de Santa Fe estuvieron estrechamente relacionados con el sistema de
transporte conformado por las vías navegables, el ferrocarril y las
instalaciones portuarias.
El lugar geográfico privilegiado de Rosario, con sus altas barrancas y gran profundidad del río Paraná frente a sus costas, lo convirtió desde época temprana en un puerto natural. Su desarrollo se acelera a partir de la caída del gobierno de Juan Manuel de Rosas (1852), el enfrentamiento entre
La infraestructura portuaria durante la segunda mitad del siglo XIX, hasta la construcción del puerto moderno a partir de 1902 por parte de
Hacia ambos lados de la actual Bajada Sargento Cabral (
En la mencionada zona central, desde la actual calle España hasta el Boulevard 27 de Febrero, se alzaron unos 25 muelles, mayormente de empresas privadas, depósitos y graneros, siendo los más famosos los de Carlos Casado del Alisal. Este empresario castellano, a través del Ferrocarril Oeste Santafesino que empezó a funcionar en 1883, transportaba la producción agrícola de
Hasta la construcción del puerto por parte de una compañía francesa, las instalaciones que funcionaban como tal presentaban un panorama sumamente heterogéneo y de aspecto en buena medida precario.
En los últimos años del siglo XIX, la conjunción de las necesidades comerciales y de los reclamos de los sectores dirigentes locales (constituidos en buena medida por hacendados y grandes comerciantes) y del apoyo de los Estados nacional y provincial hizo posible la concreción del proyecto para dotar a la ciudad del puerto que exigía su desarrollo económico-social.
El desarrollo de las actividades de carga y descarga fluvial en la costa rosarina datan de la época hispánica, como lo atestiguan una serie de documentos. Destaca entre ellos, uno que ha estudiado y publicado el historiador Boleslao Lewin que se remonta a la década de 1740. El mismo hace referencia al contrabando o comercio intérlope practicado por vecinos del entonces villorio. Práctica común en la región rioplatense, y necesaria para la supervivencia de la zona, dada la insuficiencia del comercio legal -controlado por el gobierno del Imperio español- para satisfacer las necesidades de la población.
Suelen considerarse como primeras instalaciones rosarinas los muelles de empresarios como Eduardo Hopkins (de origen estadounidense) e Ignacio Comas. Las mismas se erigieron en la década de 1850, cuando la población fue declarada ciudad y se convirtió en el principal puerto de
Hopkins organizó una sociedad por acciones denominada Asociación del Muelle de Rosario. Una de las habituales inundaciones arrasó esas instalaciones y terminaron siendo rematadas.
Paralelamente, Ignacio Comas erigió otro muelle, que a fines de los años ’70 del siglo XIX pasó al empresario Aaron Castellanos (ligado a la creación de la primera colonia agrícola exitosa santafesina y de la república en general: Esperanza). Castellanos reconstruyó ese muelle. Cabe acotar que este activo salteño (integrante en su juventud de las fuerzas militares conocidas como “Los Infernales” de Martín de Güemes) también aparece como promotor del ferrocarril en nuestra región. Tenía en claro que el desarrollo agrícola estaba ligado a la colonización a través de inmigrantes europeos y el paralelo desarrollo de las vías férreas, que conectaran los centros productores agrarios con el puerto de Rosario. El mismo criterio puede observarse en el empresario catalán Esteban Rams y Rubert, que durante dos décadas se dedicó a estudiar las posibilidades de utilizar el río Salado del Norte como vía de transporte entre el Litoral y el noroeste argentino. Para el desarrollo de su empresa había obtenido del gobierno nacional unos terrenos en la zona portuaria rosarina, que debió devolver ante el fracaso de su empresa. En sus exploraciones supo acompañarlo el cónsul británico en Rosario, Hutchinson, quien buscaba clima y terreno adecuados para el cultivo del algodón.
Ya en fecha más tardía, 1888, otro catalán, Juan Canals organiza
Iván Etcheverry
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