Las lagunas de Rosario
En
Rosario existieron hasta principios de este siglo un buen número de lagunas que
fueron eliminadas por la acción del hombre. Seguidamente señalaremos algunas de
ellas, haciendo especial referencia a la más famosa de todas: la laguna de
Sánchez.
Laguna de Godoy
Existió hasta 1887. Ocupaba la manzana
comprendida entre las calles J. M. de Rosas, Buenos Aires, 9 de Julio y E.
Zeballos (antiguamente Gral. López) y era bastante profunda. En 1878, pensando
en el cólera, se intentó vaciarla mediante una zanja de metro y medio que
llevara sus aguas hasta la barranca y desaguara en el Paraná. Se inició tal
proyecto sin llegar a concluirlo. Nueve años después se la rellenó con tierra
sobrante de construcciones de otros edificios.
Laguna de Mandinga
Cuenta la leyenda que era un ojo de agua
(15 por 6 metros )
en el cual durante las crudas noches de invierno, más precisamente a la
medianoche, aparecía Mandinga, quien con su joroba, su renguera y gritos
inarmónicos se metía en el agua para darse un chapuzón. Al contacto con el
calor del Maligno el agua hervía y se formaban olas. Los escalofriantes gritos
causaban mucho temor entre los pocos que llegaban a oírlos. Alejado el diablo,
las aguas se tranquilizaban paulatinamente. Todo esto ocurría cerca de 1910.
Por la tradición oral debemos ubicar esta lagunita en un extremo de la quinta
Sanguinetti, es decir, aproximadamente 400 metros detrás de la Escuela de Aprendices del
Ferrocarril Central Argentino. La laguna o baño de Mandinga llegó a ser tan
famosa que una fotagrafía de la misma apareció en la revista rosarina Monos y
Monadas hacia 1910.
La laguna de calle Ayolas
Ya existía a fines del siglo pasado y a
esos terrenos se los denominaba La
Basurita , debido a la actitud desaprensiva de cierta gente
que arrojaba residuos allí. Estaba ubicada en terrenos del puerto,
extendiéndose desde la calle Ayolas hasta casi calle Gálvez. Fue rellenada con
materiales de desecho de construcciones y encima de ellos se arrojó tierra.
Tierra y yuyales cubren la mayor parte de su extensión, quedando por cubrir un
extremo. Se dijo que tenía conexiones subterráneas con el río Paraná pero ambos
niveles no coincidían. Es más acertado pensar que era alimentada por napas
subterráneas.
El Bajo de los Sauces
La más allegada al recuerdo de los
rosarinos es el Bajo de los Sauces, extensión inundable por el río Paraná que
se extendía en un ancho de 80 a
100 metros ,
desde el margen del río hasta las altas barrancas y desde casi Bajada San
Miguel (única bajada natural al río que tuvo nuestra población, hoy llamada
Sargento Cabral) hasta calle Rioja. Desapareció totalmente cuando la
construcción del puerto y de la Avenida Belgrano , que en parte corre por su
antiguo cauce (si es posible llamarlo así).
Laguna de Sánchez
Llevaba
el nombre del propietario de las tierras donde se hallaba cuando el centro
urbano distaba varias cuadras de la misma. Parece que los herederos de Sánchez
fueron hechos cautivos por los indios, no sabiéndose de aquí en más que pasó
con ellos. Pasados 35 años tras la desaparición de los hermanos Sánchez, un
sobrino se constituyó en propietario de dichas tierras. Su lugar era el que
ocupa hoy la plaza Sarmiento y en épocas lluviosas ampliaba sus contornos,
pudiendo llegar hasta las inmediaciones de la calle Rioja. Es decir, alcanzaba
una extensión máxima de 7 manzanas, siendo la zona más profunda
(aproximadamente un metro y medio) la ocupada por la actual plaza. Chañares y
otras plantas acuáticas formaban pequeñas islas en su interior.
Actual plaza Sarmiento, donde supo estar la laguna Sanchez
En
sus márgenes se formaban basurales debido a la actitud antisocial de ciertos
vecinos, donde aparecían hasta caballos muertos. En marzo de 1858 creció el río
Paraná y un jaguar de gran tamaño, viajero en islas de camalotes o troncos
arrastrados por la corriente, "desembarcó" en Rosario y eligió como
hogar la laguna de Sánchez. Al tiempo, tres cazadores lo mataron a tiros.
Durante
uno de los brotes de cólera que azotó la ciudad entre 1865 y 1870 surgió la
idea de abrir un canal que llevara sus aguas más lejos, aproximadamente hacia
calle Italia, en aquellos años campo abierto. Llevó tiempo rellenarla y una vez
lograda tal empresa se creó allí la Plaza Urquiza , ya señalada como tal en el plano
de 1886 de Gabriel Carrasco. Posteriormente, al fallecer Domingo F. Sarmiento,
recibió el nombre con el cual la conocemos actualmente. Aunque la laguna era un
foco infeccioso también servía de solaz a los vecinos, que solían cazar allí
patos y ranas.
La
idea de suprimir esta laguna ya se le había ocurrido a Nicasio Oroño en 1855, a través de un
desagüe, para convertir ese sitio en paseo público. A tal fin se dispuso la
expropiación del terreno correspondiente. Tras cierta dilación, se aceleraron
los trámites expropiatorios ante la presión de los vecinos. Finalmente sólo se
expropiaron dos manzanas de las siete originales. Allí se levantaron las plazas
Urquiza (al norte) e Iriondo (al sur). La primera pasaría luego a llamarse
Santa Rosa, ante la cercanía de la capilla del mismo nombre. Recién avanzada la
década del '80 del siglo pasado los terrenos correspondientes fueron rellenados
de forma definitiva, convirtiéndose en paseo público.
En
1881 se plantas árboles y se instala un jardín. En 1888 se pavimentan las
veredas con piedra hamburguesa. Existió el proyecto de levantar un monumento a
Urquiza entre ambas plazas, que no se concretó. En su lugar se colocó una
fuente, luego reemplazada por el monumento a Sarmiento. Dicha fuente fue
trasladada a la plaza Buratovich.
El
paseo público se iba embelleciendo paulatinamente y su fisonomía cambió
notablemente a partir de 1866, cuando la municipalidad cedió parte del mismo
para la instalación de la primera Escuela Normal de Maestros "Nicolás
Avellaneda", actualmente Normal Nº 1. Al año siguiente, la escuela obtiene
20 varas más para la creación de un jardín. El edificio educativo se concluiría
en 1897, cuando también se empedró la cortada que dividía la manzana y por
donde pasaba el tranvía a caballos. En 1919 se clausuraría dicha cortada y su
superficie fue entregada al Normal. Volviendo a la antigua laguna, entre otras
anécdotas se cuenta que para los carnavales de 1879, algunos vecinos irónicos
colocaron frente a la misma un cartel con la leyenda "Grandes regatas en la Laguna ", instalando en
las inmediaciones una reproducción del Arca de Noé.
Javier Etcheverry
No hay comentarios:
Publicar un comentario